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Una vida EN cuadros


Perdí mi celular. En realidad me metí al agua con él y se quemó la pantalla entonces ya no me sirve más. Al principio fue la peor sensación del mundo, no sabía qué iba a hacer, pensé en todas las fotos que no iba a poder tomar, los grupos y conversaciones de Whatsapp, Facebook, Instagram...justo me había descargado unas aplicaciones súper cheveres para viajes...en fin, fue un desastre! Pero sabía que tenía que haber una buena consecuencia...estaba segura de que después iba a ser lo mejor que me podía haber pasado. Pero lo sabía y no lo sentía, horrible (jaja).


Estás son las últimas fotos que saqué:


Estaba emocionada porque iba a empezar a vivir la aventura de verdad...desconectada, sin la preocupación de perder u olvidarme el teléfono, sin todas las incomodidades que te trae este artefacto...


De verdad estaba segura de que no era una persona "apegada" al celular, ¡pero falso! Me hacía falta todo el tiempo...increíble de verdad. Sin darme cuenta había desarrollado una adicción al él.


Ya han pasado algunos días y me encanta no tenerlo...es más incómodo, no tengo despertador, no se la hora nunca, si no tengo la cámara de fotos conmigo me toca pedirle a alguien que me tome una foto y me la envíe por mail...cosas así.


Pero me di cuenta de algo importante, y que creo que nuestra generación experimenta de manera desapercibida y constante: vivimos en cuadros. Siempre (o muchas veces) pensando en los ángulos perfectos u oportunos para fotografiar momentos, experiencias, paisajes...en lugar de disfrutarlos de manera profunda y lo más perfecta posible. Además, en lugar de vivir el momento, empezamos a compartirlo con alguien que no está presente (voice notes, Snapchat, videos en vivo...en fin, tantas cosas innecesarias).


Constantemente pensamos en compartir ese momento, generalmente, a través de una foto...y de esa manera reducimos la belleza de la realidad, porque por más de que en la foto se vea increíble, nunca iguala o supera al ojo. Es como el arte, necesita del AQUÍ y el AHORA para poder ser apreciado.


He tenido experiencias increíbles y nunca nadie va a poder verlas ni escucharlas en el momento que pasan, y eso me encanta, fueron mías y de las personas con quienes las compartí. Si tengo algunas fotos, pero ya no tantas y no tan buenas como las que podía sacar con el teléfono. Ahora aquellos que quieran acercarse a la experiencia que he tenido van a tener que viajar y dejar de vivir encuadrados. Porque les prometo que ver una foto de las playas de Quintana Roo no se parece en nada a ver esos colores y sumergirse en sus aguas.


Hay que soltar la cámara y dejar de "inmortalizar momentos" para que se inmortalicen en la memoria y, sobre todo, en el corazón.


Estoy considerando regresar a Ecuador y no tener celular durante un tiempo...solo para ver cómo es la vida y cómo me las arreglo para llevar mis relaciones y compromisos sin esta herramienta útil pero esclavizante. A la final, antes nadie tenía celular y todo funcionaba bien, ¿no?

Mochileando Voy

Viajar es un arte.

Es el arte de vivir y el arte de conocer. Pero viajar solo no tendría sentido, si no fuera por la cantidad de gente valiosa que se cruza en nuestro camino. El que una vez se cruzó, se convierte en un compañero, un hermano de vida.

Este blog pretende recopilar aquellas historias y experiencias que colman la vida del caminante: de aquel que verdaderamente vive.

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